domingo, 15 de noviembre de 2015

(...) "Maldita sea Ana, sólo serán unas cervezas y unas risas ...

Me echo en la cama, necesito estar sola, pensar y llorar. Cierro los ojos y lloro tanto que me quedo dormida. De repente, sin darme cuenta, viajo por recuerdos maravillosos que me hacen que me sienta un poquito mejor. 

"No sé qué ponerme, hace frío pero a la vez calor, estamos ya a mitad de abril. Maldita sea Ana, sólo serán unas cervezas y unas risas no vas a un maldito desfile". Me puse mi chaqueta de cuero negra y salí sin más dilación. Habíamos quedado en la plaza de Derecho. Ahí estaba él. Su sonrisa era contagiosa. Estuvimos en un bar que tenía muy buena pinta. Allí no paramos de hablar y hablar. Yo notaba como la cerveza estaba haciendo que dijera cosas que podrían asustarlo, pero no me importó. Fui al baño, cogí el teléfono y no dudé en escribir a mi amiga: todo va bien, me encanta este chico. Me retoqué un poco en el espejo y salí. Pagamos las cervezas y nos fuimos, era tarde. Yo al día siguiente tenía una presentación para la clase de Lozano, qué palo. Caminamos en silencio por aquella estrecha calle cuando de repente, él me miró y me besó. El corazón se me puso a mil por hora, estaba temblando. No me podía creer lo que estaba pasando en ese momento. Seguimos con besos llenos de palabras ocultas, y fue cuando, de repente, comenzó a llover. Eso no nos importó. Y seguimos, más y más besos. En mi hubo algo en mi corazón que me hizo que despertara y me pusiera en alerta. "¿Qué ocurre? ¿Por qué siento esto? ¿Qué narices está pasando?" miles de preguntas sin respuestas me hacía mientras lo miraba a los ojos y me secaba un poco el pelo. Estaba diluviando. Llegó el momento de separarnos, cada uno por su camino. Cada uno a su casa. Llegué a casa y me senté en la cama, totalmente empapada, puse la estufa y me eché. Me puse a analizar detenidamente que había ocurrido, paso por paso, pero lo que más me confundía era lo que había sentido mientras nos mirábamos, cuando nos besábamos... "sea lo que sea son solo imaginaciones mías, en una noche no se puede sentir nada Ana, deja de soñar"

Y hoy, siete meses después, sigo pensando que vivo en un sueño. Un sueño maravilloso que me mantiene viva. Un sueño que me sacó de una gran pesadilla. Es increíble el poder que puede tener una persona para sacarte de una de las situaciones más dolorosas de toda tu vida y hacerte creer que el amor existe de verdad, que cuando menos te lo esperas, llamará a tu puerta y te abrazará más fuerte que nunca.

 

Seguidores