Creo que me duele más que termine el año. Se acabó. Quedan dos meses para que finalice y yo ya estoy triste. Y es cuando pienso:
"¿Por qué tengo que irme?
¡Quiero seguir dando clase!
quiero seguir caminando hasta la facultad con mis cascos y mi música con Spotify.
Quiero volver a comer rápido porque no llego a la hora.
Quiero poder levantarme y pensar que por la tarde estaré con Bea, Gabri, Aigua y Jacob.
Quiero poder llegar a clase y sonreír a todos mis compañeros.
Quiero escuchar a los profesores reñirnos para que guardemos silencio.
Quiero seguir tomándome un café rancio de la máquina de la facultad.
Quiero seguir tomando apuntes y deseando que termine la hora de psicología.
Quiero continuar conociendo a gente nueva.
Quiero seguir en mi piso.
Quiero mantener lo que tengo ahora.
No quiero que se acabe el curso.
No quiero volver a casa.
No quiero separarme de ninguno de mis nuevos amigos.
No quiero irme.
No Granada, me niego a decirte adiós."
Y ese es mi tormento. Es lo que consigue que me venga el bajón. Pero todo tiene solución. Intentaré por todos los medios buscar un trabajo, quiero y necesito quedarme. Quiero continuar creciendo como persona. Me gusta estar aquí, sola o acompañada. Sólo se que no quiero irme. Es la primera vez en mis 20 años, que no quiero que llegue el verano.
"Granada, no me abandones durante el verano."