sábado, 2 de enero de 2016

Adiós 2015

Sonaba una campanada, mi corazón se encogía de dolor, mis lágrimas no podían evitar salir a la luz y expresar campanada tras campanada, un año de dolor infinito. Aludo a los recuerdos de cada maldito momento y cuando termina sonando la última campanada anunciando el nuevo año 2015, susurro: 


"Este es mi maldito año, qué comience..." 




Y así fue. Me prometí no volver a llorar más, a luchar y a ser una persona nueva. Exámenes. Todo aprobado. Incluso Historia de primero. Tenía nuevo compañero de piso. Juntos nos pegábamos unas buenas fiestas en el piso con un simple cartón de vino y unas caladas de alegría. 
Nos entendíamos muy bien. 

Las cosas en clase iban mejor que nunca, Bea y yo afianzamos más aún nuestro vínculo con los compañeros de clase. En cuanto a lo personal, estaba mucho más animada, había momentos de bajón que arreglaba rápidamente con un par de capítulos de Sexo en Nueva York. Recuerdo como me echaba en la cama viendo esa serie y le comentaba a Bea cómo me había cuidado cuando pasó ese mes tan malo. El tiempo fue pasando y llegaron más y más fiestas, conocí a mucha gente, me sentía diferente, viva y con ganas de comerme el mundo. Lo tenía todo, amigos, una familia y me tenía a mi misma, no tenía miedo al futuro, lo esperaba con más ganas de lo que nunca había tenido. Era una sensación que experimentaba por primera vez y no me desagradaba absolutamente nada.

Y llegó Abril. Un mes importante para mi ya que es el mes de mi hermana, su aniversario. Pero este mes tenía un añadido. Él. El famoso camarero amigo de Bea. Hacía pocos meses que conocia al chico. Siempre me había parecido un chico bastante interesante pero me daba algo de corte hablar con él, tonta de mi. Un 8 de abril, haciendo un trabajo en casa de Daiana, Bea estaba hablando con él, no recuerdo muy bien por qué, creo que fue relacionado con algo de salir de fiesta algún día. Nosotras al tener clase al día siguiente, dijimos que no. Pero algo en mi interior me dijo que buscara a Cristian. 

- A la porra... iré al cine XD.
- ¿A cuál vas? ¿Vas solo? 
- Why not? 
- Si quieres voy contigo.
- Creo que iré a ver Focus, es la única que me convence. 
- Dicen que está bien.
- Vente.
- Cuando? con quien? meh!?!?!?!?!!?
- Mrs Meh. Mañana, conmigo. 

Recuerdo como algo dentro de mi gritó y saltó de alegría "¿me estaba invitando a salir?". Sí. Cristian llevaba una camisa clara y unos vaqueros. Habíamos quedado en la plaza de Derecho y recuerdo que mientras caminaba nerviosa hacia el lugar, iba grabando a Bea "me va a dar algo". Y justo lo tengo en frente de mi. Eso me hizo ponerme más nerviosa aún y pensar ¿me habrá oído? Juntos bajamos hasta el Neptuno y no parábamos de hablar, cosa que agradecí bastante, no quería silencios incómodos. Estuvimos sentados esperando a que abrieran la sala y me estuvo contando como conoció a Bea, fue super gracioso. La película, Focus, estuvo bastante bien. Mientras veíamos la película, intentaba tener cuidado y ni siquiera rozarlo por miedo a que se malentendiera mis gestos. Cuando terminó la película la situación fue un poco tensa, el camino a casa nos lo pasamos comentando la película. Y al fin llegó el momento clave, la despedida. Recuerdo como me temblaba el cuerpo, no sabía cómo tenía que actuar. Al final, nos despedimos con un "bueno pues ya nos veremos otra vez, tenemos un café pendiente". Y se fue. Algo en mi me dijo que había sido una cita en la que no había ningún interés más allá que la mera amistad, eso me entristeció un poco, pero aún así no podía estar entusiasmada de haber salido con él y haber charlado un rato. Justo cuando llegué a casa recuerdo como me faltó tiempo para coger el móvil y grabar a Bea contándole cada detalle de aquella noche.

Me había sentido como nueva, viva y muy feliz. Pasaron los días y me volvió a buscar. Esta vez para tomarnos unas cervezas después de trabajar un miércoles 15 de abril. Estuve super a gusto. Empezamos a hablar y a hablar, muchas veces pensaba que la cerveza me estaba jugando malas pasadas y decía cosas que quizás podían asustarlo, pero decidí relajarme y disfrutar del momento. Era tarde y yo a la mañana siguiente tenía una maldita presentación, así que decidimos irnos del local cada uno a su casa. Hacía frío y el cielo estaba nublado, iba a llover. Salimos riéndonos del mundo y fue cuando, de repente, me agarró de los hombros y me arrastró hasta la pared qué teníamos detrás y sin más dilación comenzó a besarme. Recuerdo como miles de sensaciones llenaban mi cuerpo y mi mente. Estaba viviendo un sueño del que no quería despertar, aquella noche fue única en mi vida, bajo aquella densa lluvia, nació un sentimiento que estaba totalmente apagado desde hacía algún tiempo que sin miedo, salió a saludarme y a conseguir que me pensara las cosas. Miradas que te removían la vida misma, sonrisas que apagaban el dolor interno que aún se encontraba en mi interior...

A partir de ese día, mi vida dio un vuelco inesperado de 180 grados que me hizo plantearme las cosas de otra manera.

Los lazos con compañeros de clase se hicieron más fuertes, recuerdo una fiesta el 18 de abril de colores, lo pasamos genial, eso sí, para quitar la pintura gastamos litros de agua y gel. Creo que jamás he corrido tanto para que no me llenaran de pintura, qué risas y qué pechá de beber tinto de verano.

El tiempo seguía y las cosas iban cada vez mejor, no paraba de pensar cómo era posible que estuviera teniendo tantísima suerte. La vida me sonreía, no paraba de conocer a gente maravillosa que inundaba mi vida con alegría y buenos momentos. Personas que eran afines a mi, que nos entendíamos genial. Bastaban un par de cervezas para tumbarnos en el suelo de mi cuarto y mirar por la ventana la obra que tenía justo a escasos metros de mi y divagar de la vida.

Miles de buenos momentos que sería complicado escribirlos todos porque fueron demasiados.






Barbacoas peligrosas y juegos psicológicos bastaban para que echáramos un buen rato junto a gente maravillosa.

Otro de los momentos más bonitos de mi vida, fue ver como mi hermana de 19 años se graduaba. Recuerdo verla subir al escenario a recoger su diploma, no podía sentirme más orgullosa de ella, de su esfuerzo y valentía. Podía palpar con las manos la alegría que desprendía su rostro, fue maravilloso. A día de hoy, aún lo recuerdo y no puedo evitar emocionarme. Hicimos cientos de  fotos pero me quedo con esta, una familia luchadora y enfrentándose a cualquier problema.


El tiempo pasaba y la suerte seguía sonriéndome. Tenía todo lo que necesitaba, amigos, mi familia se recuperaba de un duro golpe, me iba bien la carrera y estaba conociendo a un chico maravilloso. Llegaron los exámenes finales, recuerdo cómo para uno de ellos, Bea y yo quedamos en su casa para repasar conceptos cuando de repente...

- Ana, han puesto las notas de cambio social - me avisó José.
- BEA, LAS NOTAS!
- ¡DIOS! TENGO LA MATRÍCULA DE HONORRRRR!!!!
- Bea y yo?
- TENGO LA MATRICULAAAAAAAAAAAAAA AÑLSKJEFÑALKSJDFLKÑASJDFL

Colgué el teléfono algo triste sabiendo que había suspendido esa asignatura, fue la más complicada para mi. Y de repente veo un 6. No me podía creer que hubiera aprobado, pero sí, así fue. Tenía todo el verano entero para mi.


"Esto no es normal" 
Otro gran momento fue la búsqueda del nuevo piso. Por cuarto año consecutivo, cambiaba de piso y de compañeros, bueno, Aivaras seguía conmigo y este año nos acompañaría Jennifer, una compañera de clase y amiga. No sé cuantos pisos vimos pero recuerdo como visitamos un ático en arabial que nos enamoró a los tres ¿el problema? el precio. Era demasiado caro pero era perfecto. Días después nos llamó el chico que nos estaba ayudando a encontrar piso y nos avisó de que justo en el mismo edificio del piso famoso que nos gustó, se alquilaba el tercero. Super emocionados, fuimos pensando que podría ser el mismo... cuando la mujer nos mostraba la puerta y la iba abriendo, nos miramos los tres sabiendo que era una copia del piso que nos enamoró. Al entrar todos sabíamos que era el elegido... era exactamente igual que el ático y por 100 euros menos. Un salón enorme, una terraza y unos cuartos perfectos. Nos miramos y volvimos a sonreír con un "ya te avisamos pero guardanos el piso, nos encanta". Nos bastaron 5 minutos para decir "¡sí quiero!".
Esa respuesta no les gustó tanto a mis padres cuando les dije que volvía a mudarme, pero la realidad es que aunque el piso en el que estaba me gustaba mucho, mi compañero estaba incómodo con el vecino de abajo y a mi el problema con el perro me estaba quemando demasiado, así que fue una buena decisión.

Recuerdo cómo Esther fue la primera en abandonar el piso, Aivaras fue el siguiente, finalmente, volví a quedarme sola en el piso por tercera vez (en todos los pisos termino saliendo la última). Iba recogiendo las cosas y pensando en cada rincón, en recuerdos amargos, en mi dormitorio y en el pasillo, también recordé esos bricks de vino que nos bebíamos Aivaras y yo mientras nos reíamos de la vida. Ese sofá donde pasaron miles de historias increíbles y donde Cristian me convenció de que confiara en mi misma. Aún puedo recordar como me animaba para que la famosa beca de colaboración. No entendía por qué me insistía tanto pero al final cedí y decidí echarla, total, no tenía nada que perder.

4 de julio, mi último día y noche en aquel piso, Bea nos avisó para salir aquella noche y despedir ese tercero de carrera. Y así fue. Recuerdo aún como si fuera ayer, lo mucho que nos reímos todos aquella noche. Pedro Antonio era nuestro. La cerveza y la sidra lo sabían. Entre risas, alcohol y caídas inesperadas, cerramos la noche. Decidí dormir sola en mi piso, era la última noche y quería disfrutarla sola.

Y así fue. A la mañana siguiente recuerdo volver a hacer el recorrido habitación por habitación. Empecé por la entrada, aquella dichosa puerta que nos arregló el padre de Esther y que tenía arrancadas las letras que formaban TEA. Ese pequeño pasillo infernal donde se acumulaban los malos recuerdos y lágrimas. Esa gran cocina, lugar de reunión y de vino. Ese pequeño baño que había sido tintado de pintura azul y verde por la famosa fiesta de Holiday festival y ese váter que había tragado unas cuantas fiestas. Esas ventanas que comunicaban toda la casa. El cuarto de Tatiana/Aivaras. Cuantas historias no resueltas, cuantas risas y tanto dolor. Cuantos cambios. Ese salón, pequeño, demasiado pequeño. Pero tenía una esencia mágica, habían pasado tantas personas por allí, amigos, hermanos, conocidos, parejas, romances y lo más importante es que estaba entero para mi. Así que no lo desaproveché, cogí el ordenador y me puse a grabar, como solía hacer desde el comienzo del año. Volví a recordar cada momento, desde noviembre del año anterior hasta julio de 2015. No paraba de llorar recordando el dolor que había sentido entre aquellas cuatro paredes pero también lo renovada que salí de todo aquello. El pequeño cuarto de Esther y el mío. Aquel dormitorio testigo de las mejores historias de toda mi vida. Ese gran rincón donde podía ser yo misma y donde poco a poco fui creciendo, entendiendo mejor quien era yo y donde estaba. Qué era lo que quería y a quien necesitaba a mi lado. Ese pequeño balcón de libertad donde respiraba aire cuando no podía más, ese pequeño bordillo donde me sentaba a fumar de vez en cuando con una cerveza yo sola o acompañada. Esa cama que me había abrazado aquellas noches de dolor y me había dado muy buenos momentos. Esa mesa de escritorio que giraba para ver películas desde la cama o Sexo en Nueva York mientras lo comentaba con Bea. Ese puto lugar donde crecí y me volví más fuerte. Mi cuarto, mi casa, mi historia y mi vida.
Tocaron al timbre devolviendome a la realidad, me sequé las lágrimas como pude para que no me preguntara mi madre el por qué de ellas. La mudanza fue bastante tediosa pero en unas 4 horas ya estaba el nuevo piso lleno de ilusión y con ganas de llenarse de vida. Antes de volver a Lucena, mis padres me acercaron a casa de Cristian, pude darle un par de cosas y despedirme de él. Me daba miedo que nos separáramos porque no sabía que iba a pasar ese verano, tenía miedo de perderlo... lo besé y le dije "te veo pronto".

Poco tiempo fue el que pasé en Lucena pues el día 9 de julio, estaba montada en un autobús de camino a Granada de nuevo. Cristian había terminado los exámenes y quería que nos viéramos, insistió tanto que decidí regresar. Recuerdo como ese mismo día hicimos miles de cosas, cenamos fuera y nos vimos en la obligación de dormir separados, el calor en Granada era infernal. 10 de julio. El reloj sonó a las 8 de la mañana, nos íbamos a los Cahorros con los amigos de Cristian y mi querida Bea y Paula. Pero hubo problemas y se terminó cancelando todo. Yo estaba bastante triste porque era un plan que me apetecía muchísimo. Llegamos a casa, después de comer con David en un restaurante italiano riquísimo, y nos echamos una siesta Cristian y yo. Poco después, nos despertamos y Cris estaba muy inquieto, estaba agobiado "será el calor" pensé yo inocentemente. Así que decidimos ir a darnos una vuelta.

- ¿Te gusta callejear?
- Claro, no me importa.

Así que nos fuimos por el Paseo de los Tristes, el calor era agobiante, al fin entramos en una pequeña calle llena de piedras que me hacía que pareciera un pato andando. De repente, Cristian se detuvo y pude leer el cartel de Baños Árabes Al-Ándaluz e instantáneamente le sugerí a Cristian que un día tendríamos que visitar esos baños, él me agarró de la mano y entramos para preguntar precios. Fue entonces cuando escucho:

- Hola, tenía una reserva a nombre de Cristian Ruiz.

No sé qué cara debí poner, pero estoy segura de que era un poema. Recuerdo como mi cuerpo empezó a temblar porque no entendía absolutamente nada. Cris compró los bañadores y entramos. Madre mía la que lié yo sola para cambiarme, al no parar de temblar, no conseguía meter la pierna en el bañador y casi me mato allí. Pero cuando al fin lo logré, pasé la puerta del baño de chicas y me encontré con él, tenía una sonrisa enorme y sus ojos brillaban. Nos dimos la mano y una muchacha nos comentó el orden a seguir en los baños. Fue genial. Ahora escribiéndolo puedo sentir aquella sensación de paz, y sobre todo, esa mirada mágica que tiene este chaval. Cristian fue comentandome como lo tenía todo pensado, yo no paraba de alucinar, no me creía que él hubiera tenido ese detalle conmigo.
 Las piscinas eran geniales, agua templada, caliente y fría. Té verde con menta gratis y un masaje de 15 minutos que me dio la vida.

- Me dijiste que necesitabas relajarte, que querías un masaje, pues por eso se me ocurrió esto.

Creo que a día de hoy, no sabría expresar con palabras lo que significó para mi esa sorpresa. Me quitó la espina que faltaba en mi corazón. La espina de la inseguridad que aún estaba clavada en mi pecho.

Fueron unos días maravillosos, donde Cristian y yo nos conocimos aún más. Pero ya me tenía que volver a Lucena porque él se iba a Madrid con un amigo. Volvimos a despedirnos pero esta vez más contentos que nunca y sabiendo que nos veríamos en muy poco tiempo.






De nuevo, estuve muy poco en  Lucena pues decidí irme a Málaga. Mi punto débil o no tanto como yo pensaba. Al entrar por la autovía comencé a ver que no me sentía mal al estar allí, que ese fantasma que pensaba que aún me perseguía había muerto para siempre y eso me hizo ponerme más contenta aún de lo que ya estaba. Pasé unos días con Carlos, un buen amigo, el cual me obligó con una pistola en la cabeza a ver la maldita película de los Minions. He de admitir que es graciosa pero no es para tanto como dicen. Meh. Playa y tranquilidad y mi cabeza estaba más Madrid que en Málaga.

De nuevo en Lucena, concreté con Bea nuestra semana en Motril, cuando me avisó de que me fuera cuanto antes, y eso hice. Mis padres estarían cansados de mi. No paraba apenas en Lucena, era un verano lleno de horas y horas de autobús, pero era algo que hacía muchos años que no hacía y me encantaba.
Al fin llegué a Granada y fui a casa de Bea, ese día decidimos quedar con nuestro amigo y compañero José y su chica.
Pasamos una buena noche tapeando y hablando de miles de cosas. Al llegar a casa de Bea, me puse mala, algo me sentaría mal aquella noche, qué risas. Eso sí, yo me moría por dentro, lo juro.






Llegó el esperado día, nos íbamos a Motril. Allí pasé 9 días si no recuerdo mal y fue genial. Maravilloso. Una experiencia única. Nos reímos muchísimo, vimos series, cantamos debajo de aquel arbolito que había al lado de la piscina mientras la madre de Bea nos miraba, se reía y encima nos grababa...
Y aquí cantábamos cualquier canción, daba igual
 Aún recuerdo esas charlas en la piscina con los churros y nuestra pose digna de señora mientras hablábamos de la facultad, de la amistad, de chicos, y de todo. También me acuerdo muy bien del aloe vera en nuestras caras y piernas para suavizarnos y eliminar granitos. Así como mascarillas de huevo para sanear el pelo del sol y del cloro. Y destacar el pedazo de tarta que me hizo Bea para celebrar mi santo.

También hay que recalcar que para ver Vikings nos convertíamos en una especie de raperas malas que querían acabar con las lagartijas del cortijo así como los malos espíritus que yacían por allí.


Raperas violentas


Creo que jamás he estado tan bien con una amiga en mi vida. Bea forma parte de mí como si de una hermana se tratase, ha sido una persona que me ha levantado del suelo cuando nadie daba nada por mi. Ha sido una compañera digna de admirar y de mencionar, es algo que jamás olvidaré y que siempre llevaré en mi corazón y da igual el tiempo que pase.

Los días siguieron pasando y nuestras tonterías no cesaban, fue entonces cuando Bea le cedió la custodia a Cristian para que pasara un día con él a solas. Yo estaba emocionada de volver a verlo.


Fue un día bastante bonito, me moría por verlo. La hermana de Bea nos acercó a Salobreña, allí estuvimos todo el día en la playa riéndonos y haciendo el imbécil. Es algo que se nos da bastante bien. Ya comenzaba a oscurecer cuando su madre nos recogió. Al fin ese día, pude conocerla y a su hermana. Me moría de ganas por verla en persona, sabía que teníamos gustos parecidos y eso me encantaba. Esa misma noche me llevaron a comer "el mejor kebab" de Motril. Estaba rico, sí, pero fue llegar a casa y vomitarlo. Y lo que no es vomitar. Me puse mala no, lo siguiente. Aún puedo escuchar a Bea descojonarse diciendo "Para una vez que te dejo con él y te trae mala, es la última" No podía reírme mucho, sino... pues me cagaba encima literalmente.

A los dos días decidimos ir a un parque acuático. Lo pasamos genial. Eso sí, a Comino le picó una medusa nada más empezar el día, por favor, cómo nos reímos... Fue gracioso porque todos pensábamos que se estaba quedando con nosotros y un hombre que estaba con su señora, se acercó corriendo con una crema en la mano. Fue el salvador del día. Y en el parque pues Bea y yo fuimos violadas por un tobogán, lo curioso es que tanto Comino como Cristian repitieron varias veces, hecho que nos resultó curioso a la par que intrigante. Les gustaría a ellos sentirse violados? eso jamás lo sabremos. Destacar también la noche anterior en la que estuvimos charlando al lado de la piscina de miles de cosas, haciéndonos preguntas más "intimas" y elaborando la famosa tortilla que Cristian decía que se tenía que dar la vuelta para que se hiciera por el otro lado. Momentos únicos.

Al día siguiente, al fin celebrábamos la fiesta con todos los amigos de Bea. Fue una barbacoa llena de buenos momentos.























Y esa misma noche hicimos un maratón de Lobo que fue una batalla a muerte.  Cuantas acusaciones hubieron y qué ganas de matar a quien no era el indicado. Fue genial.
Cristian acusándome de ser la loba... mi mirada de odio es real
Y vuelta a casa. Fueron unos días muy buenos en Motril. Lo pasé realmente bien, los padres de Bea me trataron como si fuera su propia hija. Ella se portó genial conmigo y me cuidó cuando me puse malita. Además de hacer la cucharita de vez en cuando y ver cosas que no deben ser nombradas en este blog. 

Llegó agosto. Un mes algo más tedioso a la par que complicado. Me puse a redactar el informe que iba a entregar para solicitar la beca de colaboración. No sabía muy bien como empezar pues era la primera vez que hacía algo así. En mi casa había problemas y no podía concentrarme, me sentía muy vacía, echaba de menos a mi mejor amiga y a mi chico. Tenía ganas de regresar a Granada y volver a sentirme viva y llena de energía. La última semana de agosto fue la elegida para regresar a mi otra casa. Me moría de ganas por llegar. Recuerdo soltar las maletas y llamar a Cristian. Salí casi corriendo a la facultad porque en tan solo una hora, él entraba a trabajar. De nuevo, fue mágico volver a
encontrarnos, el sentimiento seguía ahí, eso me tranquilizó muchísimo. Esa semana lo pasé genial, recuerdo como me sentaba en el sofá del salón y estudiaba algo de inglés mientras esperaba que Bea volviera de Motril y que Cristian acabara de trabajar. Esas eran mis únicas preocupaciones.


Y llegó mi cumpleaños. 28 de agosto. Fue un día en el que me partí en dos. Estuve tanto con Bea con Cristian. Me encantó. 

Llegó septiembre y con él, las primeras tutorias para rematar el informe de mi investigación. El profesor me hizo cambiar el documento unas 500 veces aproximadamente. Pero poco a poco iba tomando forma, y eso me iba quitando el agobio que tenía encima, sabía que no iba a conseguir nada pero no perdía nada por intentarlo. 
Un día cualquiera, un 6  de septiembre (o 5, no estoy segura) estaba tranquilamente en casa de Cristian charlando con su nueva compañera de piso cuando recibo una llamada. Era Jenni, por lo visto Aivaras se había desmayado y ella no podía con él. Recuerdo como se me revolvieron las tripas y sin dudarlo un segundo me vestí y le dije a Cristian que había un problema y tenía que irme. Él sin que yo le dijera nada, me dijo que me acompañaba. Yo lo agradecí, pues no sabía que me iba a encontrar y estaba bastante asustada. Recuerdo que mientras terminaba de peinarme (estaba con el pelo aún mojado) vi como Cristian se echaba cera en el pelo "este chico está tonto... mi compañero está en el suelo y él se molesta en peinarse?" fue lo que pensé. Llegamos a mi casa en un tiempo récord, yo estaba acojonada, subí las escaleras y comenzaba a temblar más aún, tenía muchísimo miedo. Abrí la puerta de la casa y estaba todo oscuro, las puertas todas cerradas, así que fui primero al cuarto de Aivaras, nada. Jenni tampoco estaba. "Mierda se lo habrán llevado al hospital ya" pensé. Oí a Jenni llamarme desde el salón y salí a su búsqueda, abrí la puerta y.....

¡¡¡¡¡¡¡SORPRESA!!!!!!

A mi me iba a dar algo en ese momento. Recuerdo como no me pude sostener en pie y me apoyé a la pared y caí al suelo. Estaba demasiado nerviosa y no entendía nada. 


Estaban casi todos mis amigos allí super contentos y yo intentando entender qué había pasado. Fue una sorpresa increíble. Casi muero del susto pero fue genial. Bea me hizo un brownie  y luego tras unas cuantas fotos, me cambié de ropa y nos fuimos a cenar por ahí. Fue obra de Cristian y Bea, mis dos pequeñajos me organizaron todo aquello y fue genial, jamás lo olvidaré... 



Los agobios por el tema de la beca continuaron aún más, los follones burocráticos me queman demasiado pero al fin, el día 15 de septiembre lo entregué todo. Ahora solo faltaba esperar y saber qué iba a pasar. 

Día 25 de septiembre. Cristian y yo madrugamos para ir a una charla en la facultad de Filosofía en la Cartuja. Al llegar, el corazón se me encogió un poco, sabía que por allí estaba la facultad de Psicología y eso me hacía ponerme algo triste. Pero poco duró. La charla de Slavoj Zizek fue muy interesante. Nos gustó muchísimo. Cuando terminamos, estuvimos desayunando David, Cristian y yo y poco después Cristian me acompañó a la facultad, estaba Bea por allí y quería verme para darme mi regalo de cumpleaños que al fin había llegado. Decidimos irnos a las mesas que hay en la primera planta, justo en frente de secretaría cuando... Cristian sacó una bolsa de su maletín y me la entregó. Yo me quedé con cara de "¿qué quieres que haga con esto?". Pero obviamente era algo para mí, no sé el por qué pero me puse nerviosa y empecé a temblar. Saqué lo que contenía la bolsa y era un libro de cuero rojo. Me quedé en blanco, lo abrí y vi que la primera hoja estaba escrita. Lo había hecho él. Todo el libro... Comencé a leer y no pude evitar emocionarme. Estaba muy nerviosa y no sabía que decirle, fue cuando él me miró y me preguntó algo que yo llevaba esperando muchísimo tiempo. Fue un momento único, increíblemente romántico, no me podía creer que tuviera la suerte de haberme topado con él en mi camino. Hacía justo un año que nos conocimos y fue justo allí, al lado de secretaría, gracias a unos tickets... parece de cuento.

Minutos después, apareció Bea y se arrodilló para pedirme matrimonio como quien dice, y al fin me dio mi anillo de zorro que tanto caracteriza nuestra amistad.

Septiembre fue un mes muy bueno, con rupturas muy dolorosas pero con un final inesperado en cuanto al amor para mi.



Y llegó octubre, mes en el que se decidía si me daban la beca o no. Fue un mes lleno de buenos momentos junto a un grupo de gente que me daba mucha confianza.
No recuerdo la de veces que cenamos, en casa de Marta y David, las famosas empanadas de Bea mientras hacíamos el tonto.


Y llegó Halloween. Este año decidimos juntarnos todos los amigos y disfrazarnos de monjes. Menuda currada me metí haciendo todos los trajes, pero me encantó salir sabiendo que los había hecho yo jajaja. La verdad es que entre el traje y el maquillaje de Bea, acojonábamos bastante.



La resolución de la beca no llegaba y mis mayores temores se hacían realidad. No entendía muchas dudas no resueltas pero al fin llegó el día. Tras una llamada al servicio de becas, me fui a casa desilusionada ya que aún no sabían nada acerca del resultado de las mismas. Llegué a casa y puse a cargar el típico VAPE que veo todos los días en YouTube y me dio por entrar al ministerio. Y veo algo que no me cuadra y me hace que me den sudores fríos. "Su solicitud de beca ha sido concedida. El importe de la misma será ingresado en la c/c bancaria que facilitó en su momento". Veo que aparece mi nombre y mis apellidos y la cuantía que me pertenecía. No me creía que estaba pasando, no entendía nada ¿me habían concedido la beca? lo primero que hice fue buscar a Bea, pero ella estaba comiendo, no sabía si era posible que me la hubieran dado. Llamé a mi madre llorando, estaba confundida, tenía miedo de que fuera un error, la beca se daba a solo una persona e iba por nota media, y sabía que yo era la segunda solicitante. Por encima, mi compañero Jose tenía más probabilidades de recibirla por su nota, así que le mandé un mensaje preguntándole qué narices estaba pasando. Mientras tanto, llamé a mi padre y le comenté la noticia. Seguía sin creermelo. Al  final nos dieron la beca a los dos, no podía haber salido mejor. No paraba de llorar, recuerdo sentarme en el suelo para intentar asimilar lo que me habían dado. Poco después, cuando volvía a ser persona, me puse a hacerme de comer y decidí llamar a Cristian. 

- Cristian, ha salido la resolución de la beca.
- ¿Qué ha sido al final?
- Cristian, me la han dado.
- ¿QUÉ?

Me hubiera encantado ver su cara. Horas después, quedamos y me cogió en brazos. Los dos estábamos llenos de felicidad. Tras muchas dudas y miedos, todo salió bien. No me lo podía creer. Me había convertido en becaria. 
Fue una sensación muy gratificante, gracias a la confianza que me dio Cristian, decidí solicitar esa beca y gracias a ello, a día de hoy soy becaria de investigación en la Universidad de Granada. Algo increíble... y todo gracias a su insistencia.
Noviembre, el mes de la discordia. un mes algo difícil para mi por varios motivos, desilusiones y decepciones que a día de hoy aún duelen. 20 de noviembre, Almagro. Congreso de Sociología. Al ser becarios, Bea, Jose y yo, decidimos acudir. Fue una experiencia única que siempre llevaré en el corazón. 
Nos alojamos en una pequeña casa rural, nuestra habitación se llamaba "Lope de Vega". Fue una experiencia innovadora. Me sentía una persona importante. Mientras nos arreglábamos y cantábamos, escuchábamos como Jose se reía desde la habitación. Fuimos a las charlas y cenamos con los profesores y becarios de la universidad, fue una experiencia muy bonita. Y ahí estamos, los tres becarios Sociólogos de la promoción 2012-2016. 










Recuerdo lo bien que lo pasamos, como la lluvia nos empapó enteros, aquel teatro tan bonito y la magnífica obra, un lujazo total. También recuerdo más charlas y compras de vino, el más bueno y barato. 


Recuerdos y más recuerdos que gracias a las fotos aún puedo disfrutarlos.




























Cómo olvidar la pequeña fiesta sorpresa que organizamos para el cumpleaños de Bea. Todos allí a oscuras esperando a que llegara mientras el gato estaba encerrado en el dormitorio y Comino no paraba de hacer sonidos extraños en el baño.
También recordar mi torpeza de tirar una de las velas al suelo y partirla. Y luego buscado palillos de dientes para intentar hacer un apaño y que aguantara hasta que la cumpleañera llegara.






Y llegó diciembre. El último mes del año. Ha sido el mes más complicado. Demasiadas crisis inesperadas pero siempre con el apoyo de él. Una persona vital que me supo escuchar y comprender. Entendió mejor que nadie mis lágrimas y me abrazó hasta que me tranquilizaba. Ha sido un mes del que aún sigo recuperándome, pero se, que todo pasará y que irá mucho mejor, solo son cambios que he de asimilar, aceptar y seguir. Destacar que he conocido a gente maravillosa y juntos hemos visto hasta las tantas, Juego de Tronos entre risas y chupitos, y más chupitos.

Un mes de elecciones generales, y la primera  vez que votaba. Mi ilusión puesta en un sobre que por desgracia no se ha cumplido pero sí que se ha producido un cambio increíble, porque se desde el fondo de mi corazón que sí se puede.

Me volví a mi pueblo a pasar unos días y quedé con uno de mis mejores amigos, fue un bonito recuerdo antes de que terminara un gran año. Por último, viajé a Granada de nuevo, disfruté esos últimos días del año junto a Cristian, mi alma gemela, juntos pasamos unos días increíbles viviendo experiencias únicas, tan solo él y yo, no hacía falta nada más. El día 31 cogimos un blablacar y viajamos hasta Motril, la nochevieja la celebraríamos con sus padres. Estaba algo nerviosa pero al final fue una bonita noche. Casi me atragando tomando las uvas, el papá de Cristian no paraba de reír y me contagiaba. Pero al fin sonó la campanada doce. Se acabó el año. Mágico. Entre besos y risas recibíamos el año.


Y con esta foto termino el año 2015. Aunque más bien esa fue tomada ya en el 2016.

Este año ha sido un cúmulo de experiencias, de buenas sensaciones, de momentos únicos, un año totalmente reparador a nivel personal. Un año en el cual he reído más que nunca y he llorado muy poco. Un año rodeado de gente maravillosa, y de decepciones también. Pero al fin y al cabo, todo se termina superando y ahora se que todo puede ir bien, la vida puede sonreírte sólo si estás dispuesto a recibir esa sonrisa. Si pones todo el empeño en ser feliz y en vivir cada momento como si fuera el único. En dejarte llevar sólo cuando el corazón realmente te lo pida y en levantarte del suelo si alguien ha intentado pisarte.

Un año que jamás olvidaré, el año donde afiancé una gran amistad, me enamoré, recuperé la confianza en mi familia y en mi misma. Un año único.

Este ha sido mi maldito año, como bien dije, un placer que termine así. 2016, allá vamos.



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