viernes, 12 de agosto de 2016

Laberinto

Y vuelvo. Y la confusión se apodera de mi. Miles de cajas empaquetadas sin un rumbo que tomar, sin un destino seguro, sin ilusión alguna. Y entro en un caos sin respuesta, en un torbellino que absorbe todo mi ser. Y grito. Chillo. Estoy en una jaula. Los barrotes son infranqueables. Las barreras son visibles. Y me siento en el suelo. Lloro, medito y vuelvo a llorar "no hay marcha atrás" me susurro "never give up" escucho. Y es cuando me desmayo y bebo del dolor de mi alma, de la angustia de mi corazón, vuelvo a abrir los ojos y la jaula se hace más pequeña, tanto que me asfixia. Y me vienen canciones a la mente, solo de él, de ellos. Retumban en mi cerebro y no tienen intención de parar. La agonía está siendo insufrible. Los fantasmas de un número par se asoman desde lo más profundo de mi ser. Pero las pocas fuerzas que me quedan para luchar salen y se hacen las valientes, pelean ante todo aquel caos de horror. Y me doy cuenta de que no hay jaula alguna, de que solo son obstáculos que he de franquear. Corro sin mirar atrás. Sonrío sin sentido alguno. Y es cuando me doy cuenta de que estoy encima de una gran pesadilla sin intenciones de terminar. Es cuando soy consciente de lo que tengo delante y de las posibles soluciones existentes. Pero cuando ya sabes exactamente lo que ocurre es cuando el miedo llena todo tu ser y vuelves a confundirte. Y vuelvo. Y la confusión se apodera de mi...

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