Me siento en la silla que me regalaron mis padres por reyes, pongo música, luz tenue y decido escribir. Miles de dudas acechan mi mente cansada, borro una y otra vez. No consigo plasmar lo que tengo dentro. No sé por qué, es algo que se me escapa de las manos, muchas veces he llegado a pensar que no lo conseguiré, pero encuentro otra vía diferente para desahogarme. Me miro al espejo, con música de fondo y ahí es donde sin decir nada, solo mirándome a los ojos, es cuando encuentro lo que quiero decir. Mis ojos son delatadores, es algo que siempre me han dicho. Puedo conseguir transmitir tantísimo por ellos que incluso me asusta a la par que me encanta.
Creo que la tormenta ya se ha disipado, no en su totalidad, pero en gran parte. Eso me hace sentir viva. las nubes se están despejando y puedo observar como unos tímidos rayos de sol atraviesan las pequeñas nubosidades que, perezosas, no han querido moverse para dar paso a un nuevo día, una nueva vida.
El cielo se tiñe de un color rosado. Como mis mejillas cuando sonrío. Puedo cerrar los ojos y coger aire. Lo necesitaba. Es agradable. La tormenta ha pasado, ahora así estoy segura. El cielo es esponjoso, podría darle un pequeño bocado y saciar mis ganas de algo dulce.
Con la ayuda del viento, el cielo se despeja y da lugar a un sinfín de oportunidades, oportunidades que pienso aprovechar una tras otra.
Al leer esto me sentí muy identificado porque hace un tiempo -largo- pasé exactamente por lo mismo. Amo mi blog, y desde siempre, aún antes de crearlo, me gustó escribir lo que tengo en la cabeza y compartirlo con quienes quieran leerlo y ser parte. Sin embargo muchas veces me sentí sin inspiración, muchas veces me sentí inseguro sobre si hablar de ciertos temas o no, también por miedo a qué vayan a pensar las personas que lo lean, mis lectores -como vos decías-. Eso, sumado a la falta de tiempo- me llevó a dejar de escribir, durante todo el año pasado y parte del 2013. Estuve mas o menos un año y medio sin entrar a mi blog, sin publicar más que dos o tres cosas, y de alguna forma me acostumbré a eso, y dejé de necesitar escribir. Pero llegó un punto en el que sentí que me faltaba algo, que quería volver a ese espacio que me dio tantas alegrías y gracias al que pude conocer personas que hoy son importantes en mi vida y otras que en algún momento lo fueron. Sentía que si volvía tenía que hacerlo pero empezando de cero, una nueva etapa. Pero por otro lado no quería borrar mi blog y empezar uno nuevo, ya que ahi tenía todo lo que había escrito y todos los lindos comentarios de mis lectores, entonces simplemente opté por rediseñarlo todo, y cambiarle el nombre. Eso me pareció suficiente cambio como para considerarlo una "nueva etapa", y volví a escribir, hace unos días nomás. Lamentablemente vi que muchos de mis lectores -a quienes yo también disfrutaba leer- dejaron de escribir, y no volvieron a hacerlo. Lo entendí porque a mi me pasó lo mismo, y me encantaría que en algún momento reaparezcan. Pero por otro lado, pude encontrar lindos blogs, -como el tuyo- que no conocía, y disfruto de leerlos y seguirlos.
ResponderEliminarTodo esto apunta a una sola cosa: nadie te obliga a escribir, este es tu espacio, y como tal, solamente vos lo manejás, a tu manera y a tus tiempos. Si te parece necesario tomar una pausa, sos libre de hacerlo, si sentís que hay ciertos temas de lo que no te gustaría hablar, nadie te obliga a que lo hagas. Si tenés miedo de lo que puedan pensar tus lectores, buscá una forma de escribir eso, que sepas que no ofendería a nadie, pero no dejes de expresarte por lo que puedan decir los demás. Este es tu espacio, como te decía, y quienes te lean, lo harán porque de alguna u otra manera se sienten identificados con lo que escribís. Y si, como decía antes, sentís que necesitás un tiempo, una pausa en tus publicaciones, tomá esa pausa sin culpa, el tiempo que necesites. Después de todo, siempre -siempre- estás a tiempo de volver.
Espero haberte sido de ayuda. Te sigo!
Un abrazo.