domingo, 7 de junio de 2015

Una noche de domingo me pregunté...

Me gusta sentarme y escuchar música. Me gusta reflexionar sobre mi día a día. Y creo que hoy es una noche perfecta para hacerlo. Me centro en el presente y veo lo que tengo, lo que no. Y es cuando me surgen las dudas. ¿Es así como estoy a gusto? ¿Estoy contenta? ¿Contras? ¿Ventajas? Odio no tener las respuestas absolutas a mis continuas cuestiones. He tenido dos etapas muy buenas, una antes, otra ahora. ¿Cuál es la mejor? No lo sé. Son diferentes, dispares entre sí. Cada una tiene sus cosas buenas y cosas no tan buenas. Pero creo que las dos destacarían más por lo bueno que por lo malo. La cosa es que no sé cuál es la que debo elegir. Sí, elegir. No son complementarias. Son caminos distintos. Y las dos me hacían y me hacen feliz. Pero hay que elegir. La vida está llena de elecciones en las que renunciamos a muchas cosas, personas, lugares, por aceptar algo que creemos que es lo adecuado o lo que nos hará más felices. Tengo un dilema.  Un dilema que lleva un par de días rondándome la cabeza. No hay respuestas en mi mar de preguntas. Y eso es algo que consigue que esté algo inquieta y que tenga la necesidad de escribir, sin revisar lo que relato, como siempre. Quizás así encuentre una respuesta entre lineas. Quien sabe ¿no? Algunas veces creo que se lo que quiero, otras no. Y esa inseguridad impropia de mi me molesta. Quizás esperar me de las respuestas a todo, quizás. Pero creo que en esta ocasión no es tiempo lo que necesito. No. ¿Qué haces si tienes experiencias de dos caminos distintos pero no sabes con cuál quedarte porque ambos te hacen felices?

1 comentario:

  1. Leyendo esto me doy cuenta de que no soy el único al que le pasan cosas como estas -claramente nunca uno es el único, pero a veces se siente así-. Creo que todos pasamos por esto, varias veces, y seguramente vamos a seguir pasándolo, porque la vida es elegir. Siempre se nos presentan varias cosas al mismo tiempo, en todas las áreas de la vida, y uno tiene que elegir. Y muchas veces no quisiéramos tener que elegir, muchas veces nos gustaría quizás que alguien nos diera el camino a seguir, pero entonces no tendría sentido, nadie puede elegir por nosotros cuando ya tenemos uso de razón para hacerlo por nuestra cuenta. Claro que otros pueden aconsejarnos, y es más que válido, pero no sirve que otros nos digan qué hacer.
    No sé qué será por lo que estás pasando, pero pienso que uno siempre tiene que elegir lo que sabe que le hace bien, aquello que no va a perjudicarlo, que no pone en riesgo su integridad emocional ni física, y aquello que no lastime a nadie, ni a uno mismo ni a los demás. Si estás frente a dos caminos diferentes, y ambos te hacen feliz, entonces quizás sea solo tiempo de esperar -aunque digas que no es tiempo lo que necesitás-. Muchas veces cuando no se sabe qué hacer, es más oportuno no hacer nada, sino esperar, porque es mejor quizás perder una chance -que puede volver a darse- que tomar una decisión equivocada que te lleve a sentirte mal después.

    Espero haberte sido de ayuda.
    Un abrazo,

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